En el Alcázar de Toledo pudo ver de pequeño un cuadro en el que se podía ver una fusilamiento durante la Guerra Civil con la siguiente leyenda:»Españoles perdonad pero no olvidad». Me llamo poderosamente la atención.

El perdón como sentimiento tiene que ver mucho con la memoria. Para perdonar de corazón hay que eliminar de la memoria todo rastro y lograr la indiferencia como sentimiento.

En Desarrollo Personal se habla de saber «Soltar». Llenamos muestra mente de memorias y nuestro corazón de recuerdos asociados estos últimos a emociones. Como los recuerdos son del corazón si estos son de odio o resentimiento el corazón padece un proceso de endurecimiento o falta de compasión, de ahí la expresión «duros de corazón» o «no tienes corazón»‘.

El perdón es una sabiduría, saber perdonar es el camino más recto hacia la serenidad y la paz. Gestionar memorias y recuerdos en el propio presente, en el justo momento de la ofensa, es la mejor manera o lo que denominamos «sanar sombras» cuando ya ha pasado un tiempo desde los hechos.

Quien no olvida mantiene la energía latente y ese ejercicio quema y cuando se libera puede degenerar en actos injustos pues la mente generaliza, tergiversa y omite y la historia de lo que ocurrió ha quedado seccionada a una mínima historia de intereses personales.

La primera escuela del perdón es la familia. «Me acuerdo perfectamente de la última vez que lo hiciste otra vez» no suele ser una afortunada frase para decir a los niños en la escuela del perdón.

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