En un vaso, un plato, una cazuela, una habitación, una casa…nos fijamos en lo que podemos tocar y ver, pero no es lo tangible lo que le da su sentido, sino el espacio que el contenedor contiene, lo invisible, inamprensible, lo intocable, ese espacio vacio es la esencia y el sentido de su existencia.
Así es la vida también, nos fijamos en lo tangible y se nos olvida que nuestro cuerpo solo es el contenedor y que su verdadera función es contener lo intangible, invisible, intocable e inamprensible y que el espacio vacio es nuestra esencia. Lograr vaciarse de lo tangible para ser solo lo intangible.
Ser desde lo intangible.