El otro día me decían que existían solo dos clases de motoristas, los que se han caído y los que se van a caer. Ahora me hace pensar que existen dos tipos de personas en el mundo, lo que se han caído y los que se van a caer. Más no es la caída lo que hoy analizaremos, pues pasado es y responde a un porqué, es él ¿para qué?. Todo el mundo de una manera u otra se enfrentará en la vida a un accidente, se caerá y se tendrá que levantar. El Cómo te levantas es la diferencia que nos marca. Reiniciarse desde un accidente, de cualquier naturaleza, no solo hay que pensar en el físico-corporal, puede ser laboral, profesional, escolar, académico, sentimental, un accidente de todo tipo requiere la utilización de las herramientas adecuadas e implica la utilización de la mente, emociones, cuerpo y Ser. Donde pongamos el foco será determinante para el diagnóstico. ¿Qué te pasa?, es la primera pregunta. Necesitamos un diagnóstico, una etiqueta, nuestra mente la demanda. Una vez que tengo la respuesta la mente, nuestro cerebro, puede procesar, nuestras emociones desplegarse y nuestro cuerpo sentir las conclusiones de ambas. Cuando tienes un accidente, dejando al lado el porqué, buscas él QUE. Fluir en estos casos sería observar, convertirte en el observador sin etiquetar, sin juzgar, tarea difícil si la mente está acostumbrada a juzgarlo todo para etiquetarlo. Es la primera barrera: NO SE LO QUE ME PASA!!!. Si fluimos sin juzgar y observamos solo tenemos que acompañar pensamientos, emociones y sensaciones corporales con una solo finalidad: conocer. Por supuesto el dolor corporal y de corazón (sentimental) dificultarán e impedirán en muchos casos este proceso de observación y aprendizaje de mí mismo, pues no es otra la finalidad de este momento: aprender de mí. Pero necesitamos ponerle nombre a las situaciones y si no lo tenemos nos desconcertamos y comienza sobre el accidente, otro accidente: “estoy perdido no sé lo que me pasa”. Saber se convierte entonces en la llave del bienestar, dejamos a un lado el “sentir” y nos centramos en el “saber”. Pero cuando sabemos: despido, ruina, suspenso, divorcio….la palabra comienza su proceso: parado, arruinado, suspendido, divorciado….y como las palabras no sólo describen situaciones también crean realidades, comienza una consecuencia del accidente: la realidad creada por la mente entorno a la palabra, que provoca emociones contractivas: tristeza, dolor, ira o asco (hartazgo). Desde ese pensamiento y esas emociones nuestra vida comienza a caminar. Observar sin juzgar, sin poner etiquetas, eligiendo bien las palabras y no buscando un diagnóstico, centrándonos en lo que sentimos y buscando en todo momento una respuesta a la pregunta clave: ¿PARA QUE?. Supone la pregunta reconocer que lo ocurrido no está dentro de mí, está fuera, es un visitante inesperado que se ha presentado, no ha sido llamado, no ha sido buscado y pese a ello se ha presentado en mi vida. Por tanto no debe existir “culpa”, sentencia inapelable en ocasiones antes diagnósticos: “porque soy culpable”, “porque me lo merezco”…. Al observar sin culpa, pero si con responsabilidad, lo que supone “no mirar hacía otro lado”, no “meter la cabeza debajo del ala”, no convertirlo en una “sombra” en nuestro subconsciente, lo miramos a la cara, compartimos nuestro tiempo y espacio con el proceso generado por el accidente, pues forma parte de nosotros, somos nosotros mismos, pues aún cuando vino de fuera ahora está dentro, ahora desde la vida exterior, se ha interiorizado en nuestra mente, cuerpo y Ser. Por supuesto el rechazo frontal provocará su insistencia y permanecerá consciente en nuestras vidas en un conflicto eterno y permanente. El olvido y la despreocupación consciente provocará la “sombra” en nuestro interior que surgirá cuando menos la esperamos para volver a revivir el proceso, tal vez incluso de manera más dolorosa. Sólo nos queda la compañía, caminar juntos y preguntarnos en todo momento ¿PARA QUE?, la sabiduría incausada que todo acontecimiento tiene solo requiere observación y tiempo. En él PORQUE nos encontramos con la NOCHE OSCURA. En él PARA QUE encontraremos la ESPERANZA. Hemos sido educados para el ¿PORQUE? Vencer las resistencias a indagar en el PARA QUE precisarán de herramientas y procedimientos en los que muchas veces uno puede, pero no solo, y en el que REINICIARSE EN EL AMOR, el AMOR (con mayúsculas) es el Bálsamo de Fierabrás. Un accidente es siempre una pregunta. ¿Cuál es la tuya?

One Comment

  1. macgo 30/11/2013 at 8:18 am - Contestar

    Es absolutamente increíble. Has descrito de manera perfecta el camino que seguí desde mi accidente y que hoy en día continúa. Y la clave de ese camino ciertamente es el PARA QUÉ. No hay otra dirección si quieres aceptar lo ocurrido. Y por supuesto siempre con el AMOR como motor de cambio, de búsqueda.

Deja un comentario


*

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable: Julio de la Torre.
  • Finalidad:  Moderar los comentarios.
  • Legitimación:  Por consentimiento del interesado.
  • Destinatarios y encargados de tratamiento:  No se ceden o comunican datos a terceros para prestar este servicio.
  • Derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos.