Durante siglos, tal vez de siempre, desde el principio de la vida consciente, se ha establecido una dialéctica entre lo racional y lo espiritual que ha podido crear una sensación de contradicción, es decir, o eres racional o eres espiritual y que podríamos resumir en una frase: “El amor tiene razones que la razón no entiende”. Pero lo que sí está claro es que durante ese mismo tiempo ambas han convivido, de ahí su debate. Ninguna de las dos ha dejado de existir.

En la vida espiritual no se trata de tener la razón, sino de saberla utilizar de una manera determinada. Se nos ha facilitado la razón y el entendimiento como herramienta de desarrollo personal y ésa ha sido creada en libertad, bajo lo que se denomina el LIBRE ALBEDRIO: puedo elegir. Desde el cerebro reptiliano que solo podía elegir entre atacar o huir, hasta el muy desarrollado neurocortex, pasando por el límbico como paso intermedio, nuestro cerebro es pura elección, bien consciente o subconsciente , pero es pura elección.

Desde ese poder elegir de nuestro desarrollo como seres humanos en cada etapa de la historia el hombre y la mujer se han relacionado con la vida espiritual de una determinada manera. El que quiera conocer esta apasionante historia tiene a su disposición las investigaciones que ponen de manifiesto como en cualquier civilización la vida espiritual ha estado presente.

La pregunta sería que razones tiene la razón para elegir el espíritu, la vida espiritual. Nos podemos imaginar que en cada etapa de la historia han sido diversas, desde el deseo de protección ante el miedo en las épocas primitivas, pasando por el deseo de  prosperidad en las épocas más evolucionadas, hasta el presente en el que el hombre y la mujer tienen razones de desarrollo personal integral.

Son las razones que produce el cerebro la fuente de la vida espiritual y es el espíritu quien da razones para crear y mantener la vida espiritual. Todas las razones primigenias se conservan, es decir, los primeros hombres oraban y realizaban ritos para pedir protección, así lo hacemos ahora, luego para pedir cosechas abundantes, también pedimos abundancia y finalmente nos desarrollamos como seres espirituales a la par que racionales integrandolas en un desarrollo que denominamos INTEGRAL.

One Comment

  1. macgo 30/11/2013 at 10:07 am - Contestar

    De hecho los antropólogos, paleontólogos… valoran la inteligencia de nuestros antepasados en función de los restos que en relación a sus vida espiritual han ido encontrando: enterramientos, figuras, pinturas… Siempre se ha dicho que el despegue intelectual del hombre se produjo con la aparición de la escritura. Hoy sabemos que no es así.

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