EL PODER DEL PERDÓN.
Experimentar el poder del perdón supone comprobar su eficacia sanadora. Quien perdona lo sabe muy bien y por tanto no busca tanto el perdón como perdonar.
La diferencia es sutil pero determinante. Son facetas diferentes de una misma virtud o gracia de que dispone solo el ser humano.
Quien busca el perdón puede no encontrarlo si se lo pide a la persona inadecuada. Hay quien nunca fué perdonado por el otro y el sentimiento de culpabilidad, tristeza incluso ira se apodera de la vida con gran fuerza.
Quien perdona de corazón ancla en su vida una poderosisima arma que en desarrollo personal algunos suelen llamar «saber soltar» que reconforta con la alegría y la seguridad, dos potentes emociones que suponen, como ha estudiado la ciencia, la producción y generación de lo que llamamos la felicidad.
Buscar el perdón. Quien es cristiano sabe que siempre pues lo encuentra pues su Abba o Padre se lo da siempre. Más quien lo busca en la tierra puede no encontrarlo.
El mecanismo automatizado de carácter mental y emocional de no perdonar a nada, ni a nadie, acaba generando tal cantidad de reacciones químicas y biológicas en el cuerpo que atrapa la vida en una espiral de violencia verbal y no verbal totalmente autodestructiva.
Saber perdonar o saber soltar.
Buscar el perdón: Sabiduría.