SIN IMAGINACION.

¡Qué poca imaginación tienes!. Suelen decirte cuando te cuentan algo y no eres capaz de imaginar nada y creertelo.

¡Es que no me lo puedo imaginar! decimos cuando algo nos parece increíble.

Sólo cree quien imagina. Quien imagina acaba creyendo.

Aunque los mecanismos mentales y emocionales no son los mismos para la imaginación y para la creencia se puede decir que van muy unidos y que esta sociedad entre imaginación y creencia da grandes resultados.

Quien no tiene imaginación. Quien no la ejercita tendrá una imposibilidad creciente de generar creencias se aferrará a las que ya conoce.

Quien quiera cambiar de creencias precisará de la imaginación como gran aliada.

Vivir sin el desarrollo de la imaginación es quedarse atascado en una bañera de agua que nunca se cambia. Al principio caliente, luego tibia y finalmente fría. Al principio limpia y al final turbia. Al principio abundante, al final escasa.

Desarrollar la imaginación es bañarse todos los días debajo de una cascada de agua limpia y abundante, caliente o fría dependiendo de la época del año.

Sin imaginación la vida se torna limitada a lo imaginado en el pasado y es el pasado el que nos atrapa.

Imaginar nuevos mundos es comenzar a creer en ellos y será el poder de las creencias las que nos permitan vivir lo imaginado.

Dejar de imaginar es dejar la vida en manos de la memoria y ésta pierde fuerza a medida que pasa el tiempo.

Vivir de la imaginación es vivir de la mano de un creador, más creerse el creador suele acabar despegandonos de lo cotidiano, de la realidad y entonces es evasión y evadirse de la vida tiene sus múltiples inconvenientes.

La sabiduría de la imaginación se aprende. ¿Dónde la enseñan?

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