Por un plato de lentejas, relata la historia.
¿Es que estamos en venta? Y si es así, ¿Cuál es nuestro precio?
Abolida la esclavitud, venderse está difícil o, ¿es más fácil de lo que nos parece?
Recuerda que estos son mis principios, pero si no te gustan tengo otros, decía Groucho Marx.
Hay quien nunca se ha vendido. Y hay quien ha perdido la cuenta de veces que lo ha hecho.
El fin no justifica los medios. Pero hay fines que requieren ineludiblemente unos determinados medios. Por eso las promesas y juramentos nos están de moda. Impiden las ventas.
En muchas ocasiones las ventas que hacemos de nosotros mismos son como las de la bolsa, tan rápidas, que no nos enteramos, no nos damos cuenta.
El precio que se ha pagado por cada uno de nosotros para que estemos aquí es tan alto que jamás una sola vida puede juntarlo para devolverlo.
Darse cuenta del inmenso valor que tenemos cada uno nos hará caer en la cuenta de que no hay nadie en esté mundo que pueda pagar el precio. Somos piezas únicas, exclusivas, excelsas, magníficas, irrepetibles…
La próxima vez que haya una subasta recordemos cual es nuestro verdadero valor, es impagable.