Durante mi infancia visitaba el Cementerio y la las tumbas de mis antepasados. Me llamaba mucho la atención de los panteones. Una expresión, todas ellas, desde la más humilde y hasta la más robusta u ornamentada de un querer humano, muy terrenal.
Conozco gente que no puede pisar un Cementerio, les supera.
Actualmente la incineración es una opción que poco a poco reduce las tumbas y panteones.
Todas las culturas de la tierra han construido enterramientos.
Honrar a los muertos era y es expresión de desarrollo humano. Más se ha extendido la costumbre de considerar que nuestros muertos no están en sus tumbas y los cementerios están abandonados durante todo el año excepto el día de Difuntos, bueno, ni ese, pues es el de los Santos cuando son visitados.
En Desarrollo Personal la muerte es un elemento más de la vida. Y honrar a tus muertos representa un elemento de conexión con la energía que eres. Existen varias herramientas de integración y conciliación con la energía de quienes contribuyeron a tu existencia, quienes hicieron posible tu vida con la suya. Esta actitud consciente permite estar en contacto con su esencia y quienes la tienen desarrollada saben y sienten de ella.
La mente puede aportar o puede estorbar e incluso impedir esta integración. Cuando creemos nuestra mente aportará el mayor grado de consciencia al proceso.
Cuando la mente se quita de en medio y se deja sentir focalizando su atención en este proceso de integración los sentimientos comienzan a querer dominar el proceso, que gestionado y sostenido adecuadamente logrará traer conciencia de su fuerza y vitalidad.
Visitar tumbas no lo es todo, sí, pero te invito ha hacerlo en plena consciencia, en atención plena a lo que ocurre y tomar conciencia de la energía que los habita. En actitud de gratitud y profundo silencio el Cementerio guarda mensajes que están pendientes de entregar a sus destinatarios.