Suelo desde hace algunos años hacer caso a lo que algunos llaman intuición, otros el “yo profundo”, el espíritu o el alma. Cuando se produce un mensaje desde esa parte de nosotros que no es mental, aunque es la mente quien la identifica y la hace consciente, suelo seguir sus indicaciones, aunque al principio no existen instrucciones precisas, no existe plan ni medios, cualquier experto de una buena escuela de negocios me diría que abandonara o me sentará a planificar. Pero al proceder de tu profundo Ser he aprendido a no hacer preguntas, me pongo en camino y manos a la obra. La experiencia me ha enseñado que los medios aparecen después. A un cristiano como yo el es fácil identificar estos momentos con la voluntad de Dios, la prueba será si sigue adelante. Hay tantas obras humanas que sin medios y sin aparente lógica de triunfo han tenido éxito y hoy son admiradas por el mundo entero, baste mencionar a la Madre Teresa de Calcuta y otros tantos fundadores de instituciones milenarias que hoy subsisten.

Así me ocurrió con la idea de ir a Topas, el Centro Penitenciario. Un día me levanté y surgió la “llamada”: sal al camino de los que están en las cárceles. Y hasta allí llegué gracias mi amigo Miguel que me facilitó las cosas. Lo demás ya lo he contado, la espera para la burocracia y la puesta en marcha gracias al entusiasmo de varios funcionarios. Al principio estaba diseñado para acudir una vez al mes y ahora voy una vez a la semana, al principio era tan solo un taller y al final estamos dando un curso.

Hoy surgió la gran pregunta, todo esto; ¿para qué? Y según iba en el coche de vuelta surgió la respuesta, más bien surgió en el patio de la cárcel al charlar con la Asesora Jurídica y la Psicóloga. Estamos formando “semillas” , semillas de esperanza y de paz. Si los internos aprenden las herramientas y las interiorizan podrán no sólo vivir en la cárcel desde otro plano y actitud, podrán enseñar a los que no acuden a las clases, pero es que además, cuando salgan de la cárcel al cumplir sus condenas, podrán llevar su experiencia y aprendizaje a sus entornos. Me di cuenta entonces del potencial de la actividad, seguí pensando, sí, ahora pensando, en lo que sería formar a internos en todas las capacidades y actitudes, enseñarles a APRENDER A DESAPRENDER PARA APRENDER, a vaciarse de creencias y llenarse de nuevas estructuras mentales, de inteligencia emocional y espiritual, a darles el conocimiento y las herramientas para alcanzar una cota más elevado en el desarrollo humano. Ellos como verdaderos apóstoles de la nueva forma de ser y estar irían luego a sus lugares de origen a sembrar entre sus parientes y amigos. El efecto multiplicador sería exponencial. Entonces capté el sentido y el porqué.
Esta toma de conciencia me esclareció el por qué y el para qué. Nuevamente al fiarme de la intuición, del mensaje de mi Ser más profundo, o de la voluntad de Dios, cada uno escoja, se ponía en marcha un proyecto trascendente de mi propia realidad y alcance, pues yo solo no podré llevarlo a cabo, es tarea de cientos, de miles de personas.

Serán los funcionarios quienes ponga en marcha las demandas ante la Administración, los que se formen y enseñen y transmitan estas enseñanzas reservadas ahora para un público selecto y pudiente. Así las cárceles se llenarán de posibles SEMILLAS de ESPERANZA. Ya no solo aprenderán a Vivir, sino que enseñarán a vivir a otros fuera de la cárcel. Estarán sembrando paz.

Cierto es que todos los internos no podrán ser SEMILLAS, lo serán quienes estén preparados para hacer el camino y dar el salto de SOBREVIVIR a VIVIR.

Que Dios me ilumine para seguir adelante, siempre adelante.

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