Un accidente económico.
En las finanzas y la economía este accidente es muy frecuente entre quien arriesga como profesional o empresario y menos habitual entre quien vive de un salario.
Arruinarse. «Ese se arruinó» dirían los abuelos. Un juicio poderoso, de los juicios estrella en nuestra sociedad pues triunfar en lo económico se ha convertido en el termómetro del éxito. Una mujer o un hombre tienen éxito si ganan dinero. Hay religiones incluso que relacionan prosperidad económica y gracia de Dios. El arruinado conlleva el estigma social.
En estos accidentes la culpa es la estrella. El culpable, una ineludible figura.
Aceptar. Es lo que hay. Hay que comenzar, reiniciarse.
Aprender. Como todo es una lección.
Analizar. Observar objetivamente lo ocurrido.
Observar. Verificar lo que pienso y siento para profundizar en el análisis.
Contemplar. Dedicar tiempo a estar con uno mismo para descubrirse y descubrir la sabiduría incausada.
Actuar. Tomar pequeñas decisiones. Una a una. En lo cotidiano y ordinario.
El juego mental y los sentimientos se balancean entre lo que he perdido en el pasado (apego) y lo que he perdido en el futuro (deseos). Trabajar en el presente, el ahora, sin juicios y etiquetas, centrando la atención plena en lo que hago en cada momento será el camino.
Ampliar el foco e identificar otros aspectos y circunstancias de la vida que apuntan a prosperidad: amor, familia, salud, amistad, naturaleza, talento…
Y recordar la Ley de la Impermanencia, es decir, que no hay mal que dure cien años, como dirían los abuelos.