Perdonar se ha configurado como un derecho excepto para muchas religiones, como el cristianismo, que es una obligación, un deber.
Perdonar puede describirse de muchas maneras y vivirse de otras tantas.
Es una capacidad innata del ser humano. Requiere voluntad. Implica a los recuerdos, que carga con energía.
Como energía el perdón es de las más poderosas. Sanadora y liberadora.
Ser perdonado y perdonar son sus dos facetas. Quien se perdona acaba perdonando a los demás. Más es la primera tarea saberse perdonar a uno mismo para no llenar la vida de recuerdos cargados de energía contractiva, limitante y amarga.
Hay quien no se perdona. Diferente al irresponsable inconsciente. Quien se perdona reconoce sus actos y consecuencias para luego aprender soltar y olvidar.
La misericordia y la compasión con uno mismo representan el camino del perdón. Es el perdón más sublime y energizante, el que proviene del autoreconocimiento.