Durante meses los atletas se preparan para correr en un sólo día la prueba de la maratón o cualesquiera otra según sea su especialidad. En un sólo día han de darlo todo.
Así es Nochebuena. Unas horas para volver al centro de lo que somos.
Sólo algunos lo logran, como los pastores y los Reyes Magos. Como los deportistas, sólo unos pocos llegan a la meta, al final.
Vivir la Nochebuena como una cena más del año y llenarla de alegría y buen humor es fácil para la mayoría, que algunos no alcanzan ese clima de concordia sino todo lo contrario y otros no tienen que comer ni un techo donde cobijarse.
Culturalmente hemos diseñado una Nochebuena gastronómica y festiva para el encuentro familiar.
Pero existen otros caminos totalmente compatibles con los descritos que pocos andan esta Noche. Se trata de vivir la Nochebuena en la conciencia del profundo sentir de que hay esperanza para todo y para todos pues esa Sabiduría Infinita que gobierna el universo y que denominamos Dios tiene la capacidad de hacerse hombre para ayudarme a seguir adelante. Esa hipotética posibilidad para los cristianos fue una realidad en la persona de un Niño nacido en Belén hace veintiún siglos.
Nadie le puede negar a Dios, a la Sabiduría Infinita, querer AMAR. Y en ese AMOR me quedo esta noche como todos los días, pero hoy como es Nochebuena tengo que demostrar, como los atletas, que me he preparado para darlo todo.
Y os bendigo, a todos y a todas, os bendigo en el nombre del Amor para la Paz y la Concordia y que la Esperanza inunde vuestros corazones y los colme de Alegría. SIEMPRE ADELANTE.