Hemos sido creados para imagen y semejanza del dinero que ganamos y poseemos.

De hecho vestimos y compramos conforme a ese a criterio.

El dinero marca la diferencia. Establece clases.

Monetarizar es ponerle el valor económico a cada cosa y caso. Cuánto ganas y cuanto tienes.

Vivir la vida con el pensamiento puesto en la monetarización, en el precio, deja al corazón asido de tal forma a lo terrenal que eliminará cualquier capacidad de desarrollo en lo espiritual y no podrá desarrollar todo su potencial.

Monetarizar la vida es darle el poder a una energía no natural. Creada por el hombre para dominar al hombre. El oro para los colonos representaba el poder ser rico y para los indígenas no tenía tal valor. Un producto tan cultural y nada natural es absolutamente prescindible.

El carácter prescindible es imposible, dirán algunos, y ello es la prueba de como la monetarización ha logrado generar la creencia absoluta de necesidad en la humanidad, que, como otras muchas, nos dominan y determinan nuestra vida.

Al mundo vinimos sin dinero y sin dinero nos marcharemos.

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