MAL HUMOR Y BUEN HUMOR.
Solemos decretar que estamos de buen humor o mal humor en función de un sentimiento. Cuando así lo hacemos desconocemos el poder de la mente para autoprogramarse. Aceptamos el sentimiento inicial y desde ahí construimos y programamos nuestro estado emocional. Cuando se trata del buen humor es genial poder disfrutar de él todo el día, incluso mañana también y si puede ser toda la semana. Es la programación favorita del fin de semana y las vacaciones.
Más hemos entrenado a la mente para que automáticamente ancle el sentimiento y así lo hace con el mal humor. «Estoy de mal humor». Este mal humor justifica nuestras acciones y salidas de tono y es que estoy de mal humor. A veces nos malhumoramos por algo o alguien y le consideramos responsable de nuestro mal humor, olvidando que somos nosotros los que generamos el automatismo de su permanencia.
Quién así vive es observando por quienes conviven con él o ella para ver de que humor se levanta hoy. Depende de su humor para todo. Y es su humor el que domina su vida. Abandonarse al humor es cambiar el timón de nuestras vidas por una ruleta de juego o una tómbola.
Está costumbre social de tolerar sin más puede reportar ciertos beneficios de convivencia a corto plazo. Dar carácter de normalidad a este tipo de comportamiento degenera en graves problemas de convivencia a largo plazo pues la ruleta y la tómbola pueden generar situaciones de las que luego nos lamentamos el resto de nuestra vida.
En Desarrollo Personal se aplica la consciencia, atención plena o mindfulness para aprender a desmontar automatismos como estos y anclar a nuestra vida el timón y dejar de jugar a la tómbola o la ruleta.