LO PEOR QUE ME PODIA PASAR.

«Es lo peor que me podía pasar».

En muchas ocasiones nos encontramos diciendo esta frase ante una situación o circunstancia contractiva. Nos quedamos entonces anclados en un sentimiento también contractivo y comenzamos una espiral de pensamientos y sentimientos en espiral, rumiantes y obsesivos que nos taladran el cerebro y nos minan el ánimo.

Lo peor que nos ocurra es, tal vez, lo mejor de lo que nos podría ocurrir dicen algunos motivadores y expertos en Desarrollo Personal. Y es que es cuestión de focalizar.

Tendemos a focalizarnos en el problema y no en la solución.
Tendemos a poner el foco en lo que falta y no en lo que tenemos.
Tendemos a mirar el vaso medido vacío en vez de medio lleno.

Tener los pies en la tierra, aconsejamos.  Ser realistas, nos decimos. Es lo que hay

Nos olvidamos de que podemos levantar la mirada y ponerla en el Cielo. Nos olvidamos de las innumerables fuerzas intangibles que nos auxilian con sólo pedirlas.

Pero nos centramos en el «yo», pequeño ego herido, y nos olvidamos del «Ser», hecho a imagen y semejanza de su Creador.

Es la consciencia el camino que abre la puerta para dejar salir el yo y que el Ser tome las riendas. Es la respiración  consciente y serena de la meditación, contemplación y oración la puerta de entrada al Cielo que está en nuestro interior fiel reflejo del que está en el exterior.

Tal voz lo peor que nos puede pasar está aún por llegar, más si estamos preparados desde la consciencia de nuestro Ser ese día, el peor día de nuestra vida, será el inicio de nuestra nueva vida.

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