LA VOZ.
Nos dieron una boca. Frente al resto de extremidades que son dos y de dos orejas, dos fosas nasales,y de dos ojos, sólo disponemos de una boca para emitir la voz. Pese a ello en su momento generamos el lenguaje y nos hicimos seres superiores al resto. Desde entonces todos escuchamos voces y damos voces.
La Voz que escuchamos en nuestra mente y que continuamente nos habla no es nadie, es un programa mental puesto en marcha de manera automática.
Más hay quien considera que esa VOZ es él o ella. Se identifica con la VOZ. Y la VOZ se hace su dueño y señor.
La VOZ lleva consigo pasado, fundamentalmente pasado, es su fuente de información. Sabe analizar el futuro pero desde la experiencia, es decir, el pasado.
Esta VOZ es el origen y causa de los diálogos internos, de la mente de «mono», de la mente de «loro» y del pensamiento circular, rumiante y obsesivo. De ahí la necesidad del aquietamiento mental como paso previo a la serenidad.
En Desarrollo Personal se aprende a desidentificarse de la VOZ. La Voz de la Conciencia tiene otro sentido y dimensión y la distinguimos muy bien de esta otra VOZ.
La VOZ anula el poder del tacto, del olfato, del gusto y sobre todo del oído. La mayor parte de nuestras acciones están determinadas por la VOZ. En cuanto sentimos un estímulo generado a través del resto de sentidos la VOZ está ya interpretando y emitiendo un juicio, etiquetando.
Aprender a vivir en plenitud supone dejar la VOZ en su justa naturaleza dando el mismo o incluso mayor protagonismo al resto de los sentidos.