Dicese de quien no tiene compasión. Tener o no tener alma no es una cuestión que decida la mente.
La negación del alma por la mente es propia de un conjunto de creencias.
Existen creencias mentales más propicias a la existencia del alma que suelen ser identificadas de religiosas o animistas.
El alma vendría a representar lo que llega a esta dimensión y lo que se marcha una vez finaliza el período de tiempo del cuerpo en la tierra. El alma al no ser del tiempo sería de la eternidad.
La mente poderosa del ego no puede alcanzar a entender y menos comprender lo que es la eternidad como para entender a unos «habitantes» como el alma.
Que la mente no comprenda no quiere decir que no exista.
Al alma se le atribuyen virtudes y actitudes en todas las tradiciones religiosas del mundo.
Dicen que cuando Darwin desembarca en unas islas a bordo de un potente y enorme barco los aborígenes no eran capaces de ver desde su pequeñas canoas el barco pues su mente no sabia lo que era un barco y solo descubrieron la presencia de Darwin cuando bajaron a pequeñas barcas de remo.
La mente puede desalmarnos en la creencia generada por ella misma o puede dotarnos de alma si así lo cree la propia mente.
Más no pedende de la mente su existencia y sólo descubriremos su existencia si nos adentramos en la vida más allá de la mente.