EL CUERPO MORTAL.

Con fecha de caducidad. Así venimos a esta dimensión, a esta tierra.

La Ley de la Impermanencia, inexorable e implacable. Nadie ha vencido esta realidad.

Más nuestra mente ante experiencia tan dolorosa prefiere obviar y ocultar, borrar del mapa el final del camino. Otro olvido más del cuerpo.

Nuestro cuerpo es mortal y nuestra mente igual que en otras ocasiones rechaza su estética por buscar y desear otra rechazando el cuerpo que se nos ha dado, omite la realidad perecedera de nuestro cuerpo.

No es cuestión de vivir siempre pendiente de la muerte. Es cuestión de vivir plenamente y cuando hablamos de plenitud, hablamos de tener presente que nuestro cuerpo es finito.

Hay quienes tienen la creencia de que el deporte y una vida sana en alimentos y costumbres les dará salud y buena vida. Tienen la creencia de que cuidan su cuerpo por tener una estética que la mente la identifica como saludable. Más no se trata tanto de músculos sanos como de consciencia en el cuerpo, de habitarlo conscientemente para darnos cuenta de lo que necesita en cada momento, de tratarlo con la caridad y la atención plena que sólo la escucha activa puede dar. Se trata de sentarse con él y no de utilizarlo a destajo para nuestros fines y deseos.

Nuestro cuerpo es el único que vive permanentemente en el ahora. Los pensamientos y sentimientos van y vienen fugazmente incluso, pero nuestro cuerpo permanece hasta el final a nuestro lado. Tan digno y fiel servicio ha merecido el respeto de todas las tradiciones religiosas.

Cuidar de tan fiel compañero es sabiduría.

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