CRONICAS DE UN PUEBLO VI.
Apenas tienen nada. Sus casas son sencillas. Entras dentro y lo primero que encuentras es la sonrisa de sus moradores. «Pasa hijo pasa».
Su hospitalidad es de corazón. Les encanta que les visiten pues son pocas veces al año las que ocurre este acontecimiento.
En las casas hay solo lo útil. Fotografías de sus seres queridos y alguna estampa o cuadro de sus aficiones y devociones. No falta la tele, casi siempre apagada salvo a la hora del parte, como dicen, y la radio, que suele estar conectada en alguna emisora, siempre la misma, pues hace compañía, me cuentan, y cuyo volumen es directamente proporcional a la sordera del oyente.
Pero impresiona ver la sencillez de todo y la escasez de objetos de lujo o decoración. No hay para más, afirman y la verdad, no necesitamos más, sentencian.
Se apegan sólo a su tierra, que les ancla con el pasado y sus antepasados. Es como un tesoro, una energía que pasa de generación en generación. Un amor a la tierra profundo, lleno de fidelidad. De ella hablaremos otro día.
Rodeados de lo básico y útil. Saber diferenciar lo útil de lo innecesario en el gasto. Tendrán dinero ahorrado alguno de ellos, incluso algunos hablan de millones de perras en el banco de algún vecino que guarda celosamente por si vuelve el hambre o la guerra afirman, pero viven con lo básico.
LO BASICO. Vivir con lo básico. Hacer en nuestra vida lo básico. Tener lo básico. Ser lo básico. Dar siempre lo básico. Hablar lo básico. Escribir lo básico. Tremenda sabiduría y actitud. Ir a lo básico.
Arar, sembrar, plantar, regar, cosechar…lo básico.
Llevo varios años centrándome en lo básico y aún no he acabo de limpiar y eliminar para dejar lo básico, que incluso a veces me cuesta distinguir. Ellos nunca lo olvidaron. Fue uno de los legados de sus padres.