Habitantes de las ciudades.

Esclavos, vasallos, súbditos, burgueses, ciudadanos…

Nos hemos denominado de muchas maneras a lo largo de la historia.

Vivir en sociedad es una consecuencia de nuestra naturaleza.

Todo empieza por la familia.

Familia y sociedad nos vienen dados.

Su cultura y circunstancias las adquirimos por medio de la educación.

Durante los ocho primeros años de vida se conforma la «impronta» en nuestra mente de lo que es ser ciudadanos. Aún quedan muchos años más para que tomemos conciencia y nos demos cuenta.

Si queremos cambiar la civilización de manera radical la educación es la base. Para ello serán necesarios nuevos educadores que eduquen y, como todos educamos, nos encontramos con la paradoja de que quienes quieren cambiarlo todo no quieren cambiar ellos primero.

Los cambios serán en pequeñas comunidades. Familias comprometidas con el cambio. Cambiarán los padres y las madres y se juntarán con otros que también lo quieran. Comenzará el proceso y se avanzará hacía la globalidad. Este proceso ya ha comenzado en muchos lugares. Pequeños grupos. Quieren nuevos ciudadanos.

El cambio no será posible si no cambiamos cada uno de nosotros.

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