QAMOR como caridad.

Cuando hablamos de caridad todas las precauciones son pocas. ¿Será un cura éste?. Suele ser la expresión de la cara de la mayoría de los oyentes, quienes con sus filtros mentales han localizado la palabra en el archivo correspondiente a religión católica.

Una palabra puede revolver nuestro estado interior,  provocar sentimientos y generar juicios automatizados de aprecio o desprecio según sean nuestras experiencias, educación y cultura.

La Caridad es el amor elevado a la potencia del «dar-se». Es un amor orientado a los demás sin esperar nada a cambio. Es la inclinación al auxilio y la humanidad de todo lo desvalido y necesitado.

La Caridad precisa de elevados conceptos intelectuales y sentimentales para que nuestra mente egoica la acepte. No hay Caridad en quien alimenta su ego como única fuente de bienestar y placer. Siempre será primero él y luego los demás. En la Caridad es el otro el que importa con una gran dosis de olvido de sí.

Incorporada con mucha claridad por el Cristianismo, que creó la metodología para su consecución y práctica, la caridad ha trasformado y trasforma la tierra que pisa logrando cambios sociales y personales que algunos califican de milagro en pequeñas zonas de influencia al ser practicadas por hombres y mujeres en barrios y aldeas y a buen seguro que hasta en nuestra ciudad encontramos hoy a personas expresión de esa caridad y las obras que ellos han creado.

Que la Caridad venga de manos de hombre y mujeres de profunda Fe en Dios es habitual.

¿A veces se nos ocurre la pregunta de si los que no creen en Dios no pueden ser caritativos y si la caridad es solo fruto de los santos?. La pregunta sólo tiene una respuesta: Si nos lo preguntamos es que no hemos experimentado de manera consciente la caridad. La caridad jamás haría esa pregunta.

Todos llevamos la caridad dentro pero ha de hacerse y ejercerse de manera consciente y en la cosnciencia reside la diferencia.

Vivir de la Caridad de los demás es un modo de vida. Como todos la llevamos dentro puede ser explotada por otros de manera consciente o inconsciente. Este hábito está culturamente mal visto. Quién vive a costa de los demás le calificamos de parásito y solemos despreciarlo.

La Caridad requiere una espiritualidad de niño y una doctrina de catedrático. Quien ejerce la Caridad suele darnos lecciones de vida admirables, de sabio, y lo hace con la misma humildad que un niño te explica lo que hoy le enseñaron en la escuela.
Bendita Caridad.

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