Dicese de todo acontecimiento inesperado. Sea cual sea su naturaleza y desenlace siempre es inesperado.

!Que mala pata¡ !Que mala suerte¡ Decimos de manera reactiva y nos sirve y nos quedamos satisfechos.

Más es posible otra actitud, ya lo decía el propio Einstein, que en la vida lo puedes mirar y tratar todo como un milagro, o no, y que cada uno decide.

Hay accidentes mortales. Estos son los más difíciles de entender. A todos nos recuerdan la Ley de la Impermanencia y la fragilidad del ser humano. Son tan dolorosos que preferimos no pensar y seguir a lo nuestro si nos toca de lejos y si nos toca de cerca el sentimiento inunda nuestras vidas provocando con ello un malestar general que normalmente rechazamos instintiva y automáticamente.

En Desarrollo Personal un accidente es por inesperado un mensaje de la vida. La vida nos presenta una cara desconocida. Provoca sorpresa y luego tristeza o ira, que suelen degenerar en sentimientos poderosos que nos atrapan durante un tiempo. Los hay de todo tipo. Siempre es PÉRDIDA. Pues los de ganancia los llamamos «suerte».

La pérdida no es más que el mensajero. El mensaje viene incausado y es necesario discernir a través de la introspección su contenido. Pero el dolor y la rabia que sentimos no nos deja. Nuestra mente atrapa el proceso y nos provoca un pensamiento circular, rumiante y obsesivo que, en este caso, se llama CULPA y CULPABLES. Y buscando culpables y con la culpa pasa el accidente sin hacernos ver el mensaje que está en la otra cara del dolor. El Ying y el Yang.

¿Qué aprendiste en tu último accidente?

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