Me di cuenta que sólo necesitaba TRES cosas: una sonrisa, una caricia y una palabra de esperanza.
Me di cuenta de que cuando regalo una sonrisa la gente se alegra y sonríe.
Me di cuenta de que con una caricia la gente se reconforta y sonríe.
Me di cuenta de que con una palabra de esperanza la gente abre los ojos y sonríe.
Me vi entonces rodeado de «cosas» y ninguna de ellas provocaba en la gente una sonrisa. Desde entonces y como se merecen me despido de las «cosas» pues como vinieron se van: con una sonrisa, una caricia y una palabra: Gracias.

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