LA SORPRESA.

La gran Maestra. A quien nada le sorprende nada aprende.

Esta emoción automática y adaptativa aparece en nuestras vidas para que con la alerta de los sentidos necesaria prestemos atención y observemos, algo nuevo ocurre.

Una respuesta reactiva de la sorpresa produce un juicio precipitado sobre idoneidad de lo que ocurre. Es cuando exclamamos eso de:¡Que guay! o ¡Que chorrada!.

El juicio de idoneidad reactivo abrirá o cerrará los sentidos y pondrá o no la mente de principiante y actitud de aprendiz.

Quién tenga una repuesta reactiva contraria al aprendizaje no mostrará interés.

Quién tenga una respuesta reactiva favorable al aprendizaje mostrará interés y aprenderá.

Existe una tercera vía. Ser consciente. Que supone que cada vez que aparezca la sorpresa  respondemos y no reaccionamos y entonces decidimos el nivel de aceptación y aplicación de los sentidos al nuevo aprendizaje.

El sistema consciente de respuesta al estímulo de la sorpresa permite una gestión adecuada de todo los sentidos y de la mente de principiante  y actitud de aprendiz.

La capacidad de sorprenderse a cada paso con lo nuevo la tienen los niños muy desarrollada. Son nuestros grandes maestros.

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