ENVIDIA.
Deporte Nacional lo llaman algunos.
La envidia se compone de deseo. Puro deseo. Pero, aún le queda un ingrediente, el automatismo del pensamiento, para unos inclinado a lo limitante y malicioso y para otros a lo expansivo y bondadoso, de aquí que se hable de la «envidia sana».
Descontrolado el deseo, descontrolada la envidia.
Tengo pocos deseos y los pocos deseos que tengo los deseo poco dicen en Zen.
Sentir envidia es casi una necesidad, fija la atención en lo envidiado, nos localiza, la cuestión es observar el automatismo de pensamientos que desencadena. Ahí marcan la diferencia las reacciones de unos y otros.
En Desarrollo Personal los automatismos son desactivados, se introduce la consciencia. Se aprende a responder y no a reaccionar. La respuesta ante el deseo que suscita la envidia estará orientada a la gratitud y la alegría. Requiere entrenamiento en hábitos.
El envidioso se convierte en un observador consciente de abundancia.