¿Te has observado para ver en qué momento del día comienzas a estar alegre desde que te levantas?. Y por cierto, ¿cuál es la causa de esa alegría?. Ser alegre requiere un esfuerzo y un empeño en el que nuestra educación en la niñez puede haber sido determinante. Por ello importante es aprender para poder enseñar y trasmitir a nuestros hijos o a los demás esta sabiduría. Se aprende a ser alegre y por tanto puedo reeducarme para ser una persona más alegre mediante un cambio de actitudes deprimentes, negativas y derrotistas cambiándolas por otras entusiastas, positivas y esperanzadoras, fomentado el orden y la sencillez en lo cotidiano, buscando el descanso en la familia, viviendo el presente, procurando el contacto con la naturaleza cada vez que pueda, la tierra y el agua. Buscando siempre pensamientos positivos que me reporten paz y armonía. Teniendo en el trabajo una visión de servicio de forma directa al bienestar, material, físico, intelectual, moral o espiritual de los demás. Procurarando cada día sentimientos de conformidad (que no de conformismo) para descubrir siempre el lado bueno de las cosas. Compartiendo la alegría con palabras, actitudes y gestos que arrastren a los demás. La alegría es el compuesto vital, necesario para el bienestar físico, mental y espiritual. Pero ¿Cuál es la causa?, ¿Cómo se genera tanta Alegría?. Hay que tener presente que se encuentra en la VIDA, que forma parte de ella y que nosotros decidimos o no ser expresión de ella con nuestra manera de pensar y nuestras actitudes. La Naturaleza contiene la paz, la serenidad, la armonía y la belleza que reportan la alegría. Para encontrarla debemos relacionarnos con ella, con la Naturaleza, con mucho amor y ternura, respeto y admiración, abriendo los sentidos, disponiendo el cuerpo y la mente para que a través de la vista, el oído, el gusto, el tacto y el olfato lleven toda la información a nuestra mente y comience la producción de los pensamientos y emociones que la provocan la alegría. Debemos ser educados para la alegría y es la principal tarea que tenemos entre manos para, de alguna manera, dar a los niños la garantía de que en el futuro podrán ser alegres si ellos así lo desean. Si educamos por lo que somos, para educar en la alegría debemos ser alegres debiendo encarnar los valores que queremos fomentar, y, en este caso la alegría. Por lo que será necesario REEDUCARNOS para ser alegres si es que aún no lo somos. La alegría comienza con experiencias sensoriales externas relacionadas todas con la información que nos aportan los sentidos para evolucionar hacía una más interior, profunda y espiritual que al final reside en el corazón (y sus neuronas) y que logran la alegría sublime, la PAZ.

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