La ruptura del vínculo matrimonial, la separación, el divorcio, en fin, la ruptura de la pareja deviene siempre de la incapacidad de REINICI@R el amor que hasta entonces sostenía la alianza. Así podemos observar que en todas las ocasiones la sentencia es la misma: Dejé de querer…el amor se acabó….se murió. Hoy no nos vamos a fijar en la ruptura pues nuestra camino es el del renacimiento, es decir, cómo reiniciar cada día el amor como parte esencial e inseparable de nuestra vida, que es lo que consciente o inconscientemente hacen o deberían hacer todos los días lo que aman. Para amar hay que identificar el amor. La primera expresión que conocemos es la de nuestra madre. La relación con nuestra madre determina así desde el inicio nuestro concepto de amor. Más luego está la del padre y así sucesivamente irán apareciendo en escenas personas y circunstancias que vendrán a aportar a nuestra sabiduría interior retazos sobre lo que entendemos por amor. Con esta experiencia podemos encontrar tantas acepciones o realidades de amor como personas, pero la verdad es que existen denominadores comunes que provocan una convergencia en los valores esenciales que debe contener el amor para ser denominado como tal. Se describe entonces un concepto universal del amor en el que pensamientos y emociones están presentes, procesos químicos del cuerpo y sensaciones cercanas al Ser y al Alma, que por todos compilados y resumidos se aceptan como descripción del amor para que nuestro hemisferio izquierdo pueda sintetizarlo y archivarlo. Es el amor un archivo de pensamientos, emociones, procesos químicos y sensaciones espirituales que nuestro hemisferio izquierdo reconoce como Amor (aunque ahora con las neuronas del corazón tal vez hay que decir que dicha inteligencia reside en el corazón y no en el neurocortex). Pero fue difícil desde el inicio y así los griegos hablaron de EROS para referirse al amor en el que los físico y lo idílico suelen aparecer como parte de la formula y en el que se desea una fusión o unión con lo amado. Pero también estaba EPITIMIA como el anhelo de alguien o algo desde el corazón (su contrario es la codicia). Por otra parte estaba STORGE como afecto natural y sentimiento de pertenencia el uno al otro como el que comparten padres e hijos o hermanos. Pero estaba PHILEO que es el de la camaradería, la amistad. Y por último AGAPE que es el que da y da y seguirá dando eternamente desde la voluntad. Para reiniciar nuestro amor en algo o alguien solo se puede hacer desde AGAPE que es el desinteresado, el que sirve, pues se ejerce desde la voluntad y no depende de sentimientos, es un amor que nace y vive en la acción y no en la emoción pues se expresa en lo que se dice y se hace no en lo que se siente. No importa la indignidad del ser amado pues está basada en una actitud mental basada en la decisión intencional de la voluntad. Los griegos lo consideraban como un don un carisma otorgado por los dioses y que pocas personas poseían. Para REINICI@ARSE en el AMOR y que este permanezca en mi vida todos los días es necesario por tanto un pensamiento, una voluntad que se expresa en palabras y hechos. Saber amar por tanto, y, sobre esta ciencia, existen cátedras y ríos de tinta impresa. Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar (Erich Fromm). Pero lo que está claro es que para REINCI@RSE en el AMOR hay que volver a reproducir todo aquello que me provocó los pensamientos, emociones, procesos químicos y sentimientos del Ser y del Alma, lo que puede ser imposible salvo que ame, con la mayor razón que existe sobre la tierra que no es otra que PORQUE ME DA LA GANA. Este pensamiento y voluntad es inamovible y si se ejerce desde el amor a los demás y con respeto al entorno no existirá nada que impida seguir amando.