Puedes mirar al mundo de la manera que quieras, has sido creado libre para poder mirar a donde quieras y sobre todo como quieras. Recuerda, puedes ver el vaso medio lleno o medio vacío, pero lo que ves no es otra cosa que lo que tu mirada te da. Tal es el poder de la mirada que el lenguaje tiene expresiones muy pero que muy visuales y por todas: “Ver el mundo de color de rosa” o “Lo veo muy claro” o “Si no lo veo no lo creo”…Todo un conjunto de expresiones con sabiduría experimental incausada que evidencia el poder la mirada. En momentos de crisis o dolor: “Apartar la mirada”. Cuando llega el fracaso o la caída: “Tenía las miras muy altas”. Cuando se habla de gusto: “Me ha entrado por los ojos”. Cuando hablamos de amor: “Me enamoré a primera vista” La cuestión es si podemos reeducar o reiniciar la manera o el modo de mirar o por el contrario se trata de un programa predeterminado y universal. La respuesta es rápida, cada uno tenemos una mirada, solo hace falta hacer la prueba de observar lo mismo durante un instante y expresar verbalmente lo que sentimos, obtendremos respuestas dispares y las parecidas tendrán matices que las diferencian. ”: “El único y verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos” (atribuido a Buda) “Míralo de otra manera”. Tenemos delante una herramienta muy útil que nos puede reportar felicidad, no es otra que la manera de mirar: cómo mirar. Para poder adaptar la mirada a mi propósito debo controlarla y aquí comienza el primer problema, hemos sido educados para mirar libremente, sin control. A veces nos cuesta apartar la mirada, a veces miramos demasiado y nos llaman “mirón”, a veces nos ponemos una venda en los ojos y no queremos ver nada. Se impone entonces la necesidad de reeducar la mirada, un REINICIO hacía una manera de mirar más adecuada a lo que nos proponemos lograr: que la mirada sea fuente de alegría, serenidad y bienestar. Comienza entonces un programa intensivo: ¿Qué miramos?. Es la primera pregunta, háztela teniendo en cuenta que pretendes que tu mirada te reporte felicidad. ¿Apartas entonces todas las miradas que no reporten felicidad?, no es la cuestión censurar lo inadecuada o limitante. Para evitar la censura aparece el ¿Cómo miramos?. La respuesta es cada vez más clara: Hay que mirar con los “ojos de amor”. Famosa es la mirada de Jesús de Nazaret: “La mirada de Jesús es una mirada profunda, penetrante, de comprensión, de afecto, de ternura, de atención singular (Carlo Maria Martini en “La audacia de la pasión).” Mira al mundo con AMOR y tendrás AMOR.

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