Quién a estas alturas no ha oído hablar de la ESPERANZA, y tal vez tenga que ver un dicho “La Esperanza es lo último que se pierde”. ¿Si es lo último que muere es también lo primero que nace.?
Tiene una prima hermana que se llama la PRESUNCION, y que nace y vive en la razón, pues es la convicción personal de conseguir las metas con mis propias fuerzas, recursos, actitudes y capacidades.
La falta de ambas puede generar desesperación o temeridad, pero hoy no vamos a referirnos a estas dos actitudes que pueden resultar contractivas o limitantes, pero en otras ocasiones son grandes maestras de vida.
Si la PRESUNCION es fruto de la razón la ESPERANZA es fruto del amor.
Si la PRESUNCION vive en el cerebro, la ESPERANZA vive en el corazón.
Si la PRESUNCION es propia de seres racionales, la ESPERANZA es propia de seres “corazonianos” [i].
Si la PRESUNCION es poder, la ESPERANZA es virtud.
Es necesaria la PRESUNCION, en la mayoría de los retos será ella la que otorgue la fuerza necesaria para iniciar el camino e incluso alcanzar la meta.
Quien alcanza la ESPERANZA en la vida o en una meta verificará que el poder transformador que tiene para la vida misma.
Podemos caer en el DESALIENTO y en la DESESPERANZA, fruto el primero del cansancio y el agotamiento físico y mental, origen la segunda de un estado vital contractivo y limitante. Ambos superables
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Quien quiera ascender a las más altas cotas del desarrollo humano, quien quiera ser la mejor versión de sí mismo, quien quiera SER en plenitud, quien quiera alcanzar el sentido peno de nuestra existencia, precisará de la ESPERANZA como compañera de viaje para subir a la más alta cima, a la más alta montaña, allí donde los montañeros y alpinistas precisan oxígeno para mantenerse con vida, allí será necesaria la ESPERANZA. Puedes intentarlo solo con PRESUNCIÓN, que es como subir al Everest sin oxígeno.
Tener ESPERANZA, ser ESPERANZA, es poder compartirla para que otros también comiencen su camino. Mientas ella no llega será la PRESUNCIÓN quien empuje nuestro desarrollo. Saberlas diferenciar es propio de seres conscientes y despiertos, “corazonianos”, como me gusta llamarlos, pues escuchan al corazón y viven desde el corazón que es donde reside la ESPERANZA, donde nace y se desarrolla.
SER ESPERANZA.
[i]Quiero hablar «corazoniano», quiero ser «corazoniano». Descubiertas las neuronas del corazón ya no me conformo con tener corazonadas, quiero hablar «corazoniano».
Un corazoniano es lento a la cólera. Un corazoniano es manso y paciente. Un corazoniano es alegre. Tengo aún mucho, mucho camino por delante para llegar a ser un corazoniano.