Quién no conoce el proverbio chino «Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida.». Así también funciona en la vida espiritual.
Durante muchos años y tal vez en los últimos siglos la espiritualidad se ha basado en entregar peces, pescado, enseñar y exhibir frutos e incluso disfrutar de ellos. Se ha basado en acudir a la luz y ser iluminados y calentados durante un rato para luego volver a la cruda realidad y necesitar volver al portador de pescado para que nos alimente, al portador de la luz para que nos alumbre y caliente. Pero se ha obviado o se ha olvidado que es necesario enseñar a pescar, que es necesario que sepamos crear nuestra propia luz y generar nuestro propio calor.

Es fácil entregar lo que se tiene en abundancia más enseñar y trasmitir el conocimiento a otros para que éstos a su vez sean también fuente de luz requiere generosidad y humildad.

Tan repetida ha sido esta dinámica que nuestras mentes se acostumbraron a dejar en manos de un grupo determinado el conocimiento de las sabidurías espirituales y acudir a ellos cada vez que se tenía hambre, se tenía frío o se buscaba iluminación. La caña, la sabiduría quedó entonces en manos de unos pocos.

En los periodos contractivos de la historia la sociedad se vuelve hacía los que considera depositarios de esa sabiduría en busca alimento para el alma y respuestas para la vida. Más en los períodos expansivos se olvidan completamente pues no se siente hambre o frío.

Aprender “a pescar”, es la misión de todo ser humano, aprender a desarrollarse integralmente en cuerpo, mente y alma. A nuestros hijos le inculcamos el amor por el deporte, el amor por la ciencia y el desarrollo mental pero no les enseñamos “a pescar”, tal vez porque nosotros mismos hemos olvidado la caña y no sepamos enseñar “a pescar”.

En el paso por esta vida tu decides: ¿Quieres el pescado o quieres aprender a pescar?

One Comment

  1. macgo 30/11/2013 at 9:57 am - Contestar

    Quizás sea un comentario muy prosaico. Crisis significa oportunidad de cambio, oportunidad de crecimiento. Pero en épocas de crisis buscamos referentes que con sus pensamientos nos den una esperanza o argumentos para enfrentarnos a ella. Todos tenemos muchos nombres en la cabeza. Pero esos argumentos se agotan, se retroalimentan. Nosotros debemos ser los motores del cambio, el corazón del cambio. Quisiera ser dueño de mi vida, de mi camino.

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