La vida nos ofrece miles de posibles apariencias detrás de las que nos podemos esconder. El cristianismo, judaísmo e islamismo mantienen que desde que Adan y Eva se sintieron desnudos y se taparon, nosotros nos tapamos también.

El Corte Inglés de las apariencias es el propio mundo. Elegimos el personaje y tras el escondemos lo que realmente somos. Entonces surge lo que creo que soy, que junto a lo que los demás creen que somos conforman el más variopinto muestrario de existencia de apariencias que nos podamos imaginar.

Esta necesidad innata es nuestra compañera durante toda la vida. Necesitamos un concepto de nosotros mismos.

Las tribulaciones y dolores y sufrimiento vienen cuando ese «traje» no lo acepto, no me gusta como es y además siento que no lo elegí, mas bien fue el destino el que lo eligió. No me acepto.

Comienza entonces una experiencia dolorosa de la que muchos han salido y ahora contemplan el proceso como parte de su crecimiento personal.

Pero aún la inmensa mayoría sigue atrapada en apariencias y trajes que no aceptan.

La consciencia nos permite observarnos, desapegarnos del personaje, de la apariencia y desde la observación desahogada comenzar a desmontar con comprensión y amor el personaje, la apariencia.

Mindfulness nos permite la observación desapegada.

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