EL JUEZ.
Todos nacimos jueces. Es una cualidad básica de nuestra esencia vital. Más allá de que estamos programados de manera automática para juzgar esta imprescindible herramienta es la favorita de la mente y de las emociones mas primarias pues basta emitir un juicio y aparecen alegría, tristeza, ira, miedo, sorpresa y/o hartazgo.
Ese Juez implacable que llevamos dentro hace su aparición a través de las palabras. Como todo lo verbalizamos es fácil saber si está presente. Basta un simple ejercicio de darnos cuenta de cuantos adjetivos y juicios de valor empleamos en nuestro lenguaje:
«Que guay» «Fantástico» «Total»
«Bien» «Que chulo» «Hay por Dios» «No fastidies»…existen como estos multitud que empleamos de manera automatizada. Observa que incipiente emoción hay detrás.
Si encuentra el latiguillo y lo observas verás detrás el juicio. Y alguno ya se ha disparado de manera automática y se está preguntado:»¿Y que hay de malo en eso? «. En Desarrollo Personal no existe nada bueno o malo, tan sólo limitante o no limitante para alcanzar un fin.
Nuestro «juez juzgador» particular va por libre y detrás de sus juicios aparecen las emociones básicas.
Para gestionar las emociones básicas es un buen camino observar y gestionar los juicios y como los verbalizamos.
La cuestión es que la diferencia de tiempo entre palabra y emoción es tan insignificante que no sabemos si es una la consecuencia de la otra o al revés.
Darse cuenta es el primer paso para poder cambiar.