La vida como continuo devenir y parte de la eternidad se materializa en el hombre y la mujer en vivencias. Todo lo que observamos de la vida se materializa en pequeñas películas, que recordamos o memorizamos. Las vivencias son memorias y recuerdos, y nada o poco tienen que ver con la vida misma, de la que solo recoge datos que han generado en nuestro interior la vivencia, que será diferente para cada uno de los observadores, pues cada uno vive lo observado de una manera diferente. 
Para tener vivencias se crean experiencias. Tener experiencias que de manera totalmente determinada generamos en nuestra vida. Las experiencias deportivas, culinarias, turísticas, artísticas….aglutinan la mayor gama de experiencias que creamos para provocar vivencias.
La creencia de que si no tienes experiencias no tienes vida está muy arraigada. Nuestra cultura nos incita a «consumir» experiencias y terceros por nosotros las crean para que tengamos vivencias. 
Por otro lado están quienes sin buscar experiencias buscan en la vida misma tal y como es la vivencia. La vida en sí ya es una experiencia por si sola basta para generar vivencias intesas. Quien encuentra este camino se alinea con la vida y la dota de la naturalidad que la vida misma tiene.
En otra épocas las experiencias se llamaron aventuras y el hombre salia de su entorno en busca de aventuras. La vida en el campo no ofrecía aventuras o experiencias. Algunos lo llamaban «salir para conocer mundo».
El espíritu emprendedor requiere un espíritu de aventurero. Más la vida ya es en sí misma es la mayor aventura que una persona pueda vivir. No despreciar esta realidad es sabiduría. 
La experiencia por la experiencia. 

La experiencia como parte del emprendimiento.

La misma vida como experiencia.
Ser consciente en cada momento es la clave de una gran vivencia.