Decidí escuchar sólo lo que quisiera escuchar. Me aparté del ruido. Dejé la tele y la radio. Y entonces pude escuchar el llanto de un niño. Surgia de mi interior. No me lo podía creer. Sorprendido le pregunté y el respondió. Respondió todas las preguntas. Y todas las respuestas eran ciertas y sabías. Era mi Ser mi verdadero Ser. Desde entonces charlamos todos los días. Busco el momento al amanecer y al anochecer cuando menos ruido hay. Ya no llora sólo sonríe.