CRONICAS DE UN PUEBLO XIV.

Llegó la hora de la partida. Nada permanece en este mundo.
Es de madrugada. Con el alba. Anoche me despedí de todos. Si para mí era la primera vez para ellos se notaba que no lo era y que tampoco sería la última. Su vida está llena de despedidas.
No tengo claro mis sentimientos en estos justos momentos por la mezcolanza de varios de ellos.
La vida sigue y sigo mi camino.

Ahora toca descansar al pié del mar desconectado de esta pantalla que a estas horas y todos los dias es mi despertar.

He de zambullirme en el silencio. Cerrar el kiosco. Poner el cartel de cerrado por vacaciones. Echar la trapa. Poner el candado y grabar un mensaje en el contestador automático de:»Vuelvo en septiembre. «

Pero hay dentro de mi una sensación que me dice, que me inspira, que cuando vuelva nada será igual. Que pocas circunstancias y cosas serán igual. Que me esperan cambios muy profundos y que todo hasta ahora ha sido el entrenamiento para enfrentar esta nueva etapa que se avecina. Por eso me despido como si fuera la última vez que nos vayamos a ver.

Mi querida amiga. Mi querido amigo. Ha sido un inmenso y maravilloso viaje el que he compartido contigo. Te confieso que hoy no me salen fluidas las palabras y que ya he tenido que emplear más de la cuenta la tecla del borrador. Será que las despedidas son difíciles. Sí, definitivamente sí, lo son.

Sólo decirte que esté donde esté estaré siempre mirando adelante.

Adios. Siempre adelante.

P.D.: Mi cansancio ahora es el fruto. He de saborearlo.

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