VIDA ESPIRITUAL EN EL SIGLO XXI (IV). EL PRINCIPIO.


¿Por dónde empezamos?. No es fácil tomar una decisión en la mente para comenzar la vida espiritual, pues no la reconoce, al igual que no reconoce, pues no se da cuenta, de que en su cuerpo se está produciendo un tumor cancerígeno. Para ella, la mente, la vida espiritual no existe y por ello el primer paso no es sólo informarla de que existe, es, además, formarla.


La información y la formación se convierten entonces en el primer elemento básico para poder iniciar un proceso de aprendizaje y en materia espiritual es lo mismo.


Este año queremos dedicar este espacio a analizar las posibilidades reales de mantener en el siglo XXI una vida espiritual y para ello tenemos que tener en cuenta que durante el siglo XX, los que nacimos en él, no fuimos, salvo excepciones, bien informados y formados en lo espiritual. No tenemos formación espiritual o no la tenemos adecuada.


Nos disponemos a realizar un viaje, un camino, y solo con los que quieran hacerlo. Es decir, existirán personas que no quieran tener una vida espiritual y a ellos, entonces, no nos dirigimos. Lo hacemos a aquellos que tienen la inquietud de avanzar en su desarrollo personal en esta faceta espiritual.


La mayor parte de los que acuden a nuestros cursos con esta inquietud lo hacen con una cierta información y formación, casi toda ella de base católica, cristiana. Su mente acoge conceptos y desarrolla creencias culturales y educacionales experimentadas y vividas en su infancia y juventud, pues en su madurez abandonaron toda práctica espiritual. Llevaron a cabo algunos ritos como el Bautismo, la Primera Comunión, la Confirmación, el Matrimonio Católico y poco más. Rezan cuando lo necesitan, van a Misa los domingos y fiestas señaladas y tienen algún otro gesto de piadoso. Otros vienen leídos sobre otras religiones, sobre todo la Budista y algunas teorías seudocientíficas sobre la espiritualidad y la propia vida y la Creación, la vida y la muerte, si bien no experimentadas y vividas como el cristianismo, al no haber sido iniciados desde la infancia en ellas y sin maestros que les acompañen e iluminen en sus caminos, a diferencia de la religión católica que cuenta con ese acompañamiento para quien lo desee vivir.


“Descreídos” la gran mayoría, es decir, quienes afirman: “Creo en Dios pero no en la Iglesia”, “Soy católica pero no practicante”, “Solo creo en Dios” y frases similares que pretenden poner en evidencia que sobre todo y ante todo la interpretación personal sobre el tema es la que predomina. Es decir, yo, o lo que es lo mismo, mi mente, ha decidido y en función de la creencia generada soy consecuente. Pero pese a esta decisión mental y sentimental aún tengo sed, aún no he encontrado el centro, la verdad, la VERDAD y quiero seguir profundizando en mi crecimiento personal.


Este principio de creencias y rotunda afirmación del “yo”, es decir, una estructura mental y sentimental que conforma nuestro credo es el principio.


Nacemos a la “espiritualidad consciente” con un principio. El cristianismo cuenta con “El Pecado Original”, doctrina teológica apasionante y que aún hoy en día mantiene una línea de debate entre quienes la estudian.


En nuestro caso “el principio” es evidente, y no podemos evitarlo. Todos tenemos “el principio” y con él partimos para realizar este viaje o camino espiritual.


Quien quiera negarlo se tropezará con él a cada paso, quien quiera cargárselo, borrarlo de un plumazo, verá como se regenera y se transforma pero no desaparece. “El principio”, como el Pecado Original es consustancial a la mujer y el hombre consciente del siglo XXI. En cuanto nacemos nos educan, vivimos en un entorno y una cultura, rodeados de circunstancias y experiencias que nos condicionan, conforman nuestras memorias y condicionan nuestras vidas. Este elenco de vida, es “el principio”.



En el camino que iniciamos “el principio” siempre nos acompaña, siempre. Nunca lo dejamos atrás, tan sólo sanaremos la manera en que lo vivimos y experimentamos por la mente y los sentimientos que genera. Pero este paso, para otro día.

VIDA ESPIRITUAL EN EL SIGLO XXI (IV). EL PRINCIPIO.

¿Por dónde empezamos?. No es fácil tomar una decisión en la mente para comenzar la vida espiritual, pues no la reconoce, al igual que no reconoce, pues no se da cuenta, de que en su cuerpo se está produciendo un

VIDA ESPIRITUAL EN EL SIGLO XXI (III): ¿QUE ES VIVIR?


Si de nuestra propuesta, “VIDA ESPIRITUAL EN EL SIGLO XXI” hemos analizado, a modo de introducción, la palabra “espiritual” y “siglo XXI”, que se corresponden con los dos capítulos anteriores, hemos de afrontar para terminar con esta introducción con la palabra “vida”.


Vivir. ¿Qué significa vivir o qué es vivir?. La vida consiste en respirar, faceta fundamental, sin la respiración nos morimos, pues al respirar comienza la vida y al expirar la terminamos. Vivir es respirar y no lo solemos hacer de manera consciente, más bien lo hacemos de manera inconsciente, lo que suelo denominar “en piloto automático”.


Después de respirar existen una serie de necesidades fisiológicas que deben ser satisfechas y que suelen ser graduales y progresivas. Satisfacer esas necesidades se convierte para muchos en lo cotidiano y ordinario pues no existen otras expectativas, es decir, buscar que comer, vestir y donde cobijarse, junto con sanar sus heridas, es para algunos el conjunto de necesidades que deben satisfacer y no hay más, frente a los millones de personas que inmersos en sociedades más elaboradas y complejas tienen como necesidades un elenco de expectativas más amplio y por ello su vida presenta un entramada más amplio de actividades.


Vivir en el contexto en que has nacido se ha convertido en la necesidad de satisfacer necesidades. Como ya explicó Maxlow en su pirámide de las necesidades nuestra vida se presenta como una carrera ascendente hacía la autorealización de todo cuanto nos hemos propuesta como seres humanos.

Pero antes de todo, antes de nada, es decir, antes de que mis antepasados decidieran evolucionar y poner sobre nuestras vidas un complejo mundo, ¿Qué era vivir?.




Y ahora que ya sé que la vida no consiste solo en satisfacer las necesidades básicas, como tuvieron que hacer mis antepasados primigenios, pues tengo alternativas al estar dotado de más capacidades, ¿Qué es vivir?.


Si el pasado y el futuro no son más que apreciaciones mentales y no sólo existe el presente y si la respiración es la que me permite estar en el presente, vivir tiene que ver algo con el presente y la respiración.


Tanto presente como respiración nos llevan inexorablemente al cuerpo. El cuerpo tiene que tener la clave de la vida, pues sin él no hay presente ni respiración.


El cuerpo, este elemento o soporte vital del que estamos dotados y al que solo prestamos atención hoy en día por dos cuestiones: Por salud y por estética, lo demás del cuerpo me importa más bien poco, conocer cómo es y cómo funciona es una asignatura pasada del Instituto que ahora no me interesa. Pero en el cuerpo está la clave para saber lo que es vivir.


Para algunos este paso por la tierra no tiene ningún sentido, vivimos y morimos y ya está, adiós.

Para este curso de “VIDA ESPIRITUAL EN EL SIGLO XXI” este paso por la tierra tiene un sentido. Partimos del hecho, no constatado, es decir, partimos de un axioma no científico, de que somos seres espirituales viviendo en un cuerpo en la tierra.


Dejemos claro este importante aspecto para quienes prefieren la racionalidad absoluta en la vida y la prueba científica de todo lo que quieren ver y oír. 


En este curso hablaremos de que somos unos seres espirituales en una vida humana, en un cuerpo.


Como no puedo probarlo científicamente, esta afirmación se hace invisible para la mente, pero veremos a lo largo del curso como no es lo mismo para nuestro cuerpo que puede desarrollar enfermedades sin que la mente sepa que existen y por ello no dejan de existir las enfermedades en el cuerpo.


Vivir para este curso es descubrir la misión del espíritu que somos en la tierra y llevarla a cabo.


Si estás de acuerdo o sólo sientes curiosidad, fantástica disposición para aprender, bienvenido.


Se convierte la pirámide de Maslow en el libro de instrucciones de la vida en la tierra que nuestro Ser Espiritual debe conocer para poder sobrevivir en este planeta. Más la inmensa mayoría de la gente ha dejado de pilotar el cuerpo, como nave en espacio y el tiempo, y ha puesto el piloto automático, dejando que la mente tome las decisiones de rumbo y potencia y nosotros nos proponemos volver a pilotarla tal y como se espera de nuestra naturaleza espiritual.



Llegados a este punto alguno o alguna se preguntará cómo es posible que seamos un Ser Espiritual, que quien nos ha creado. Estas preguntas totalmente mentales solo tienen una respuesta, y la hemos denominado FE. Y la Fe en este curso hay que declararla desde el principio, creo en Dios como Creador del Ser Espiritual que todos somos. Y creo que mi mente no es capaz de entender a Dios pero si soy capaz de dejarme amar por Dios y, ese dejarse ser, es el camino que vamos a andar. Dejar ser.

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